¿De dónde viene el nombre de "Ferrer de Tall"?
Pues del abuelo Manel, que hacía forja y era especialista en herramientas de corte y era quien, junto con mi abuela Remei, abrió el restaurante en 1964.
Fue una decisión para asegurar un futuro; él decía que la herrería era un oficio que no tenía futuro y al abrir el bar (restaurante después) consiguieron no tener todos los huevos en el mismo cesto.
Les fue bien, trabajando muchísimo pero muy bien. Empezaron desde cero dos negocios que prosperaron.
Mi padre y mi madre se casaron y tomaron el relevo de Cal Ferrer en 1977. Mi madre, Joana, en los fogones y mi padre, Miquel, en la sala y en el taller.
Y desde aquel 1964 ha llovido mucho, pero Cal Ferrer sigue más vivo que nunca.
Después de la jubilación de mis padres quedamos mi hermana Íngrid y yo, y después de un tiempo, sólo yo, al cargo del negocio.
He tenido la suerte de no estar sola, la familia y mi marido, Joan, me han apoyado incondicionalmente; y con el paso por la cocina de Llum, Núri y Maria, hemos mantenido y aumentado nuestra clientela hasta día de hoy.
Sólo decir a todo el mundo que esto es el Ferrer de Tall y dar las gracias a los clientes, la família y el personal que hacen posible que sigamos adelante.
GRÁCIAS.
Lídia Mongay Orri, 3a generación al mando del Ferrer de Tall.